En esta sección, nos adentramos en el fascinante mundo de los personajes que dan vida a Don Quijote de la Mancha, la obra maestra de Miguel de Cervantes. A lo largo de sus páginas, encontramos una rica variedad de personajes que, con sus historias y características únicas.
Don Quijote de la Mancha
          Don Quijote es el protagonista principal de la obra y el personaje que da nombre a la historia. Su verdadero nombre es Alonso Quijano, hidalgo de unos cincuenta años, alto y delgado, que vive en una aldea de La Mancha. Su obsesión con los libros de caballerías lo lleva a perder la razón ya creerse un caballero andante, adoptando el nombre de Don Quijote de la Mancha. Convencido de que su misión es acabar con las injusticias y proteger a los débiles, emprende una serie de aventuras en las que confunde la realidad con sus delirios caballerescos.
          Uno de los elementos fundamentales en su locura es el fuerte enamoramiento idealizado que siente por Dulcinea del Toboso, su amada. Aunque Dulcinea no es más que una campesina común, en la mente de Don Quijote se convierte en la dama noble y virtuosa que inspira todos sus actos. Esta obsesión por Dulcinea es la que motiva muchas de sus locuras, pues cree que ella necesita ser defendida. A través de esta idealización, Don Quijote refleja la búsqueda del amor perfecto y la transformación de la realidad a través del deseo.
          Desde el punto de vista literario, Don Quijote representa el idealismo en su estado más puro. Su figura contrasta constantemente con la realidad que lo rodea, ya que a través de él, Cervantes construye una profunda sátira sobre los libros de caballerías. Su evolución a lo largo de la obra es notable, ya pesar de su comienzo como un personaje ridículo, en muchos momentos demuestra una gran capacidad de reflexión.
          Su forma de hablar es uno de sus rasgos más distintivos. Utiliza un lenguaje arcaico, culto y rebuscado, lleno de hipérboles y referencias literarias. Su manera de expresarse refleja su obsesión por los ideales caballerescos, imitando el estilo de los héroes medievales que admira. Podemos ver un claro ejemplo en el capítulo 8, de la versión digital del libro http://cervantes.uah.es/quijote/httoc.htm, cuando Don Quijote habla con su ama sobre su misión:
“Yo sé quién soy ya qué vengo, y mis obras y mis pensamientos son limpios y sinceros. He decidido ser un caballero andante y por esta razón he de llevar a cabo mi misión con toda honra y con la dignidad de los antiguos caballeros, pues para eso nací.”
          Aquí podemos ver un ejemplo más claro de su estilo caballeresco: “mis obras y mis pensamientos son limpios y sinceros”. El lenguaje es formal y refleja las ideas de los caballeros medievales que Don Quijote intenta imitar.
          A lo largo de la novela, Don Quijote se enfrenta a múltiples desafíos,  de los cuales la mayoría    existen solo en su imaginación. Su delirio lo lleva a interpretar el mundo de manera errónea, viendo gigantes en molinos de viento o castillos en simples ventas. Sin embargo, su locura también tiene un matiz poético, pues en su insistencia por transformar la realidad según sus ideales, muestra una profunda fe en la nobleza, la justicia y el amor. 
Sancho Panza
          Sancho Panza es el escudero de Don Quijote y su compañero inseparable en sus aventuras. Se trata de un campesino bajo y regordete, de piel morena y modales sencillos. A diferencia de su amo, Sancho es un hombre realista y con sentido común, aunque su lealtad y ambición lo llevan a seguir a Don Quijote en sus aventuras. Su principal motivación   para acompañar a Don Quijote, es la esperanza de recibir, como recompensa, el gobierno de una isla, lo que lo convierte en un personaje que, aunque incrédulo ante las fantasías de su señor, se deja llevar por ellas cuando le conviene.
          Desde el punto de vista literario, Sancho representa el realismo frente al idealismo de Don Quijote. Su personaje evoluciona notablemente a lo largo de la obra; en los primeros capítulos es un campesino ingenuo y simple, pero con el tiempo desarrolla una mayor agudeza y sabiduría. Su relación con Don Quijote también cambia, pasando de ser un mero seguidor a convertirse en su amigo y confidente.
          El lenguaje de Sancho es uno de sus rasgos más característicos. Habla de manera sencilla y popular, con un discurso lleno de refranes y expresiones del habla campesina. En muchos casos, sus refranes no tienen sentido o los usa de manera incorrecta, lo que añade un toque cómico a la historia. A pesar de ello, su habla refleja la sabiduría popular y la experiencia de la vida cotidiana.
Podemos ver un ejemplo en el capítulo 8: “Más vale una vez colorado que cien veces amarillo”.
          En esta frase, Sancho Panza utiliza un refrán popular para expresar de manera sencilla una lección sobre la experiencia.
          Una de las curiosidades más interesantes de Sancho es que, a lo largo de la novela, empieza a adoptar algunos rasgos de su amo, mientras que Don Quijote, por momentos, se vuelve más realista. Este intercambio de roles es una de las pruebas de la profundidad psicológica con la que Cervantes construyó a sus personajes.
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Dulcinea del Toboso
          Dulcinea del Toboso es el amor idealizado de Don Quijote y la inspiración de sus hazañas. En la realidad, su nombre es Aldonza Lorenzo, una campesina ruda y de carácter fuerte, pero en la imaginación del caballero es una dama de gran hermosura y nobleza. Don Quijote la convierte en su motivación por vivir y se refiere a ella con términos poéticos, considerándola la mujer más bella del mundo y la razón de su existencia como caballero andante.
          Desde el punto de vista narrativo, Dulcinea representa la fuerza de la imaginación y el amor platónico. Aunque nunca aparece directamente en los capítulos leídos, su presencia es constante a través de las palabras de Don Quijote. Su personaje es un claro ejemplo de cómo la percepción del protagonista transforma la realidad.
          Al no hablar en la obra, su lenguaje nos llega únicamente a través de la forma en que Don Quijote la describe. Esto refuerza la idea de que Dulcinea no es una persona real dentro del universo quijotesco, sino un símbolo de los ideales caballerescos. Lo más probable es que su lenguaje fuero rudo y campestre, pero a ojos de Don Quijote, debe de ser una dama con un lenguaje refinado y culto, como el desearía. Un ejemplo de estas alabanzas se puede ver representado en el c apítulo 25: “Y así, ¡oh señora mía, hermosa Dulcinea del Toboso!, con el favor de vuestra alta grandeza, he vencido y batido a este gigante”.
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El cura (Pedro Pérez)
          El cura es uno de los personajes que intenta hacer entrar en razón a Don Quijote. Es un hombre prudente, amigo del hidalgo, que se preocupa por su locura y trata de encontrar una manera de devolverlo a la normalidad. Es, junto con el barbero, uno de los organizadores de la quema de libros en la famosa escena del escrutinio, donde selecciona cuidadosamente qué obras deben ser destruidas para considerarlas nocivas.
          Desde el punto de vista narrativo, el cura representa la racionalidad y el control social. Su papel es el de un mediador entre la locura de Don Quijote y la realidad. 
          Su forma de hablar es culta y mesurada, propia de su posición como hombre de la Iglesia, aunque sin la exageración retórica de Don Quijote. En el capítulo 5, tenemos ua ejemplo de lenguaje indirecta, “El cura, que oyó todo esto, le dijo que no se tomase a mal lo que su amigo le había dicho, y que no había tal cosa en los libros de caballerías…”
El barbero (Maese Nicolás)
          Maese Nicolás es otro de los amigos de Don Quijote y, al igual que el cura, se preocupa por su estado mental. En algunos episodios, se disfraza para engañar a Don Quijote y hacerle regresar a su hogar. Es un personaje astuto, cuya función en la historia es ayudar al cura en sus intentos de controlar los delirios del protagonista.
          Su lenguaje es educado, pero más sencillo que el del cura. Representa la visión de la clase trabajadora con cierto grado de formación, pero sin las pretensiones literarias de Don Quijote. Aquí os dejo un ejemplo del tipo de lenguaje del barbero, en el capítulo 8, mientras é más el cura discuten sobre los libros de caballerías:
”¿Qué nos importa a nosotros los caballeros andantes, si son mozos de uno, o de otro? Lo que hay que hacer es robarlos todos, o mandarlos a la isla de los locos.”
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Los galeotes (especialmente Ginés de Pasamonte)
          En el capítulo XXII de la segunda parte, Don Quijote se encuentra con un grupo de prisioneros encadenados que son transportados por la justicia. Convencido de que son víctimas de la opresión, decide liberarlos. Entre ellos destaca Ginés de Pasamonte, un delincuente manipulador que engaña al caballero con un discurso falso sobre sus penas.
          Narrativamente, los galeotes representan la ironía de la justicia y la ceguera de Don Quijote ante la realidad. Su acto de liberar a los prisioneros, que él cree noble y heroico, termina en una traición cuando estos, en lugar de agradecerle, lo atacan y se burlan de él.
          El habla de los galeotes es vulgar y ruda, acorde con su condición de criminales. Ginés de Pasamonte, en particular, muestra una gran habilidad para la mentira, lo que refuerza la idea de que la visión del mundo de Don Quijote está desconectada de la realidad. Ellos tienen su aparición en el capítulo 22 de la primera parte, escena donde Don Quijote, después de liberarlos, sufre un comentario de burla, en lugar de agradecimiento:  ”¿Y por qué has de soltarnos? Si nosotros somos malhechores y tenemos que estar en prisión, ¿tú qué nos has de soltar? No nos hagas el favor, porque ya bastante tenemos con el que nos hace el alcalde.”
Rocinante
          Rocinante es el fiel compañero de Don Quijote y su caballo de batalla, aunque su aspecto es muy diferente de un corcel de caballería. Desde el comienzo de la novela, nos presenta como un caballo viejo, flaco y débil, que refleja la decadencia de su dueño. Su nombre, elegido por Don Quijote, pretende designarle una dignidad que en realidad no posee, ya que proviene de “rocín”, un término que se usaba para designar a caballos de trabajo poco agraciados.
          Narrativamente, Rocinante juega un papel cómico en la novela. Representa la distancia entre la realidad y la fantasía. Aunque Don Quijote lo considera un noble corcel, en realidad es torpe y débil, lo que genera situaciones absurdas. Además, Rocinante actúa como un reflejo de su dueño: ambos están deteriorados por el tiempo, pero siguen adelante con su misión caballeresca.
El ventero
          El ventero es un personaje astuto que aparece en los primeros capítulos de la novela. Como dueño de la venta que Don Quijote confunde con un castillo, rápidamente se da cuenta de la locura del hidalgo y decide seguirle la corriente por su propia conveniencia. Es un hombre experimentado, acostumbrado a tratar con viajeros.
          Narrativamente, el ventero representa la realidad cruda frente a la fantasía de Don Quijote. Su actitud burlona contrasta con la seriedad del caballero. Además, su papel es clave en la ceremonia de investidura como caballero, en la que, de manera improvisada, le otorga a Don Quijote el título que tanto deseaba.
          Su lenguaje es llano y directo, propio de un hombre de pueblo. Sabe cómo adaptarse a la situación y usa un tono sarcástico para reírse la locura de Don Quijote. Un ejemplo de su lenguaje, además de una de sus frases más destacadas, aparece en el capítulo 3, cuando Don Quijote insiste en ser armado caballero, el ventero, accede a realizar la ceremonia por la noche: “Y con esta licencia y buena venia, dijo el ventero, con la que os doy la orden de caballería, os podéis ir con mil bendiciones.”
Maritornes
          Maritornes es una moza asturiana que trabaja en una tienda y cuyo físico esta muy alejado de la belleza idealizada por los caballeros. Se la describe como fea y de baja estatura, pero de carácter pícaro. Su papel en la historia es humorístico, ya que protagoniza un episodio de confusión con Don Quijote en plena noche.
          Desde un punto de vista narrativo, Maritornes es un personaje que rompe con los estereotipos de la dama idealizada en los libros de caballeríasy representa la realidad de la vida cotidiana.
          Su lenguaje es coloquial y directo, acorde con su condición de criada. No se anda con rodeos y responde con desparpajo ante las situaciones que se le presentan, como por ejemplo en el capítulo 16:  “¡Válgame Dios! ¿Qué es esto que me aprieta y ahoga?”
La sobrina de Don Quijote
          La sobrina de Don Quijote, cuyo nombre no se menciona, es una joven que vive con él y que, junto con el ama, se preocupa por su bienestar. Es consciente de la locura de su tío y se opone a la afición por los libros de caballerías, llegando a participar en la quema, para evitar que siga perdiendo la razón.
          Narrativamente, la sobrina representa el sentido común y la voz de la familia en la novela; su objetivo es proteger a Don Quijote de sí mismo.
          Su lenguaje es sencillo y respetuoso, aunque firme cuando se trata de persuadir a su tío. Por ejemplo, en el capítulo 7, cuando intenta convencer a Don Quijote de que no vuelva a salir en busca de aventuras:   “Mire vuestra merced, señor tío, que no hay caballeros andantes ahora en el mundo y que no hay que hacer otra cosa sino estar en casa”.
El ama de Don Quijote
          El ama es una mujer mayor que ha servido durante años en la casa de Don Quijote y que, junto con la sobrina, trata de evitar que siga con sus locuras; es un personaje maternal y sobreprotector.
          En la narración, el ama simboliza la tradición y la estabilidad. Su preocupación por Don Quijote la lleva a ayudar en la quema de sus libros ya buscar la ayuda del cura y el barbero para intentar hacerlo entrar en razón.
          Su lenguaje es más emocional y desesperado que el de la sobrina, como podemos ver en el capítulo 7:  “¡Ay, señor, que también los tiene en su aposento! ¡Bien podéis entrar y verlos, que allí los tiene, y más de cien, que se pueden quemar todos!”
          Cervantes no solo nos presenta a estos personajes, sino que los dota de voces únicas, con un lenguaje que refleja su origen, su educación y su visión del mundo. ¿Qué personaje te ha parecido más interesante? ¿Crees que alguno de ellos representa valores o actitudes que todavía podemos encontrar en la actualidad? ¡Déjanos tu opinión en los comentarios y comparte qué otras figuras del Quijote te han llamado la atención!
 
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